La posibilidad de una detención de Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta y exvicepresidenta de Argentina, ha desatado un torbellino político y social en el país. La líder del peronismo, una de las figuras más influyentes y polarizantes de la política argentina, enfrenta un momento crítico en su carrera tras años de batallas judiciales. Según fuentes cercanas al Instituto Patria, el epicentro del kirchnerismo, se espera que la Corte Suprema tome una decisión clave el próximo martes sobre la causa Vialidad, lo que podría derivar en su arresto domiciliario. Este escenario, descrito por algunos como “una bomba neutrónica en el peronismo”, promete reconfigurar el panorama político argentino en un año electoral crucial.

El contexto judicial: La causa Vialidad y sus implicaciones
La causa Vialidad, que investiga irregularidades en la adjudicación de obras públicas en Santa Cruz durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015), es el núcleo de la controversia. En diciembre de 2022, Cristina Kirchner fue condenada a seis años de prisión por administración fraudulenta, aunque fue absuelta del cargo de liderar una asociación ilícita. La sentencia, que también incluye una inhabilitación perpetua para cargos públicos, no está firme, lo que le ha permitido mantener su libertad mientras apela. Sin embargo, el reciente rechazo de la Corte Suprema a un recurso de recusación contra el juez Ricardo Lorenzetti y la confirmación de la condena de diez años contra Lázaro Báez, empresario cercano a los Kirchner, han encendido las alarmas en el entorno de la expresidenta.
Según trascendidos, el kirchnerismo teme que la Corte, bajo presión del gobierno de Javier Milei, acelere el proceso para confirmar la condena antes del 19 de julio, fecha límite para presentar candidaturas a las elecciones legislativas bonaerenses. Una sentencia firme no solo implicaría la detención de Kirchner, probablemente bajo la modalidad de prisión domiciliaria con tobillera electrónica, sino que también la inhabilitaría como candidata, frustrando sus planes de competir en la estratégica Tercera Sección Electoral.

La reacción del kirchnerismo: Alerta y movilización
El Instituto Patria, bastión político de Cristina Kirchner, se encuentra en “alerta y movilización”. El senador Oscar Parrilli y el diputado Eduardo Valdés han sido voces clave en transmitir la preocupación del movimiento, que interpreta esta ofensiva judicial como un intento de “proscripción” para neutralizar a la exmandataria en el escenario electoral. “Tiene que haber una expresión popular que le diga basta a estos manejos arbitrarios”, afirmó el diputado Sergio Palazzo, secretario general de La Bancaria, a La Política Online. El kirchnerismo ya analiza movilizaciones masivas para respaldar a su líder, evocando el fervor militante que se desató tras el atentado fallido contra ella en septiembre de 2022.
A pesar de la presión judicial, Kirchner no parece dispuesta a ceder terreno. En una reciente entrevista en C5N, la expresidenta mostró un tono desafiante, priorizando su estrategia política por sobre las maniobras de la Corte. “Si pienso en la Corte, no puedo hacer mi trabajo político”, habría dicho a su entorno, según Página/12. Su agenda incluye un viaje a Corrientes para respaldar a un aliado local y reuniones con intendentes del conurbano bonaerense, demostrando que sigue enfocada en consolidar el peronismo de cara a las elecciones.

El impacto político: Una “bomba” en el peronismo
La posible detención de Cristina Kirchner no solo afecta su futuro personal, sino que tiene profundas implicaciones para el peronismo y la oposición en general. La expresidenta, que preside el Partido Justicialista y lidera la coalición Unión por la Patria, es una figura central en la reconstrucción del movimiento tras la derrota electoral de 2023. Su eventual inhabilitación podría fragmentar aún más al peronismo, que ya enfrenta tensiones internas entre el sector kirchnerista duro y figuras como el gobernador Axel Kicillof, quien busca un perfil más moderado.
Recientes encuentros entre Kirchner y Kicillof han marcado un intento de “deshielo” en esta relación, con acuerdos para coordinar estrategias electorales en Buenos Aires. Sin embargo, las diferencias persisten: Kicillof reclama mayor apoyo a su gestión, mientras que Kirchner cuestiona decisiones como el desdoblamiento de las elecciones bonaerenses. La detención de la expresidenta podría fortalecer la posición de Kicillof como líder natural del peronismo, pero también arriesga desmovilizar a la base kirchnerista, que ve en Cristina una figura insustituible.
Por otro lado, el gobierno de Javier Milei, que ha hecho de la lucha contra la “casta” política un eje de su discurso, podría capitalizar una sentencia firme contra Kirchner. Sin embargo, también enfrenta riesgos: una detención podría galvanizar a la oposición y generar protestas que compliquen la gobernabilidad en un año electoral. Como señaló un diputado macrista, “a Cristina hay que ganarle en las urnas”, reflejando el temor de algunos sectores a que su arresto sea visto como una maniobra política más que como un triunfo de la justicia.

La sociedad y la polarización
La figura de Cristina Kirchner sigue siendo un catalizador de pasiones en Argentina. Para sus seguidores, es una líder perseguida por su defensa de los sectores populares; para sus detractores, es el símbolo de la corrupción y el populismo. Encuestas recientes indican que, a pesar de las condenas, Kirchner conserva un núcleo duro de apoyo en el conurbano bonaerense, donde podría obtener una victoria significativa en las elecciones legislativas si se le permite competir. Sin embargo, su imagen negativa en otros sectores de la sociedad, sumada a las sanciones internacionales y la presión judicial, podría limitar su capacidad de movilización.
El intento de magnicidio de 2022, cuando un hombre le apuntó con un arma cargada que no disparó, reforzó su narrativa de víctima y consolidó la lealtad de su base. Sin embargo, el avance de las causas judiciales ha erosionado parte de su capital político, especialmente entre los votantes independientes. La pregunta que flota en el aire es si una detención reactivará el fervor militante o, por el contrario, marcará el ocaso de una de las figuras más influyentes de la historia reciente argentina.

¿Qué sigue?
El martes será un día decisivo. Si la Corte Suprema confirma la condena de la causa Vialidad, Cristina Kirchner podría enfrentar prisión domiciliaria en las próximas semanas, un escenario que el kirchnerismo ya anticipa con llamados a la movilización. La expresidenta, sin embargo, no da señales de rendirse: su reciente actividad política, desde reuniones con aliados hasta apariciones públicas, sugiere que está decidida a pelear hasta el final, ya sea en las urnas o en las calles.
En un país marcado por la polarización, la detención de Cristina Kirchner no sería solo un hecho judicial, sino un punto de inflexión política. Mientras el gobierno de Milei busca consolidar su poder y el peronismo lucha por reinventarse, el destino de la expresidenta definirá el rumbo de Argentina en los próximos años. Por ahora, el Instituto Patria permanece en vilo, y el país entero contiene el aliento ante un desenlace que promete ser histórico