Las elecciones presidenciales de este 14 de diciembre en Chile marcan un punto de inflexión en el tablero político sudamericano. Con una victoria contundente de José Antonio Kast —candidato de la Federación, expresión más clara de la derecha conservadora y populista en el país— se consolida un avance de las fuerzas de derecha en la región, que viene manifestándose en distintos ritmos y con matices diversos en los últimos años.
El triunfo de Kast —obteniendo alrededor del 58% de los votos frente a 41% para la izquierda representada por Jeannette Jara— no es un hecho aislado. Representa una respuesta política que articula varias dinámicas profundas: el descontento ciudadano con la inseguridad percibida, la preocupación por la economía y el rechazo a un ciclo de gobiernos progresistas que, en varios países, no supieron traducir promesas de transformación social en mejoras tangibles para amplios sectores sociales.
Crisis de representación y narrativa de la derecha
La derecha ha logrado capitalizar un discurso que va desde la seguridad, el orden público y el control de la migración, hasta la defensa de valores tradicionales ante audiencias que sienten que las élites políticas tradicionales —tanto de izquierda como de centro— los han dejado fuera de la agenda. Kast, en Chile, supo articular esos elementos y ampliarlos con una narrativa que prometía “control y recuperación” del país frente a la inseguridad y la inestabilidad económica.
Comunicación política: del miedo a la propuesta
La comunicación política juega un rol central en este avance. El discurso de la derecha ha sabido captar preocupaciones sociales y traducirlas en mensajes simplificados y emocionalmente resonantes: miedo a la inseguridad, pérdida de identidad, crisis económica, y un “otro” —sea migrante, criminal o político— contra el cual posicionarse. Convertir asuntos complejos en narrativas claras y polarizadas ha sido una de las claves de su efectividad comunicacional en las últimas campañas.
Retos para la izquierda y el centro
La derrota de la izquierda en Chile pone en evidencia la necesidad de repensar propuestas y modos de comunicación política. La polarización extrema deja poco espacio para discursos moderados que no conecten con las urgencias concretas de sectores amplios de la población. La izquierda y los partidos de centro tienen un desafío frontal: armar una narrativa que combine justicia social, crecimiento económico real y una comunicación clara que hable al “corazón y a la razón” de los ciudadanos, no solo a sus bases tradicionales.
Por Ezequiel Vides Almonacid, consultor en comunicación política






