Por Ezequiel Vides Almonacid, consultor en comunicación política

El artículo del Financial Times describe la situación actual de Javier Milei como la “mayor crisis de su presidencia”, un diagnóstico que no solo resuena en Londres sino también en Buenos Aires. Tras un primer año en el que la caída de la inflación fortaleció su narrativa de austeridad y disciplina fiscal, los últimos meses exhiben un desgaste acelerado: tensiones sociales, dificultades para sostener las reformas estructurales y un creciente escepticismo en los mercados.

Este viraje de percepción es clave porque Milei construyó su capital político sobre dos pilares: el respaldo popular a un ajuste duro —presentado como inevitable para “ordenar la economía”— y la confianza de los inversores en que Argentina avanzaría hacia la estabilidad macroeconómica. Si cualquiera de esos apoyos se debilita, el equilibrio se vuelve frágil.

Las elecciones de mitad de mandato, que Milei definió como “críticas”, funcionan ahora como un plebiscito anticipado. Un retroceso en las urnas no solo complicaría la aprobación de su agenda legislativa, sino que enviaría una señal de vulnerabilidad a los mercados.

El desafío para el Presidente es doble: recomponer el clima económico que le permitió instalar la idea de un “cambio irreversible” y reconstruir puentes con un electorado que, aunque mayoritariamente apoyó el ajuste en sus inicios, comienza a sentir el peso social del mismo. Si no logra reencauzar expectativas en las próximas semanas, esta crisis podría redefinir su liderazgo y el tablero político argentino.