En un país donde más del 50% de la población vive en la pobreza, con un salario mínimo de $300.000 y jubilaciones que no alcanzan para lo básico, los senadores argentinos se han aumentado el sueldo a $9,5 millones brutos mensuales, con un 4% retroactivo a marzo, abril y mayo de 2025. Este acto, respaldado por oficialismo y oposición, es una burla a la ciudadanía y evidencia la desconexión de la clase política con la realidad de Argentina.
El aumento no se debatió públicamente. En abril de 2024, oficialismo y oposición acordaron en secreto un sistema de dietas basado en módulos atados a las paritarias legislativas, que asegura subas automáticas. Este mecanismo llevó los sueldos de $7,2 millones en mayo de 2024 a $9,5 millones en 2025, tras el fin del congelamiento de dietas en diciembre de 2024. La votación de 2024, a mano alzada y sin registro nominal, buscó evitar responsabilidades. Aunque La Libertad Avanza (LLA) dice haberse opuesto, la firma de su senador Bruno Olivera Lucero en la resolución lo desmiente. Figuras como José Mayans, Juan Carlos Romero y Martín Lousteau apoyaron el incremento, justificándolo con excusas como el costo de vida en Buenos Aires.


Una burla al discurso de austeridad
El oficialismo de Javier Milei, que habla de luchar contra “la casta” y defiende el ajuste fiscal, queda en evidencia con este aumento. Mientras los trabajadores y jubilados enfrentan un salario mínimo que es menos del 3% del sueldo de un senador, los legisladores se aseguran ingresos cinco veces mayores al salario promedio del sector privado ($1.019.621 en abril de 2024). La inflación del 112% anual y el aumento de tarifas agravan la crisis, pero los senadores no muestran empatía. La oposición, que critica el ajuste, también avaló el aumento, mostrando que oficialismo y oposición se unen para proteger sus privilegios.
La ciudadanía expresó su enojo en redes con #LaCastaNoPagaNada, pero los senadores no parecen preocupados. La falta de registro nominal y la rapidez del aumento reflejan su confianza en que no habrá repercusiones. Algunos, como Mariana Juri y Rodolfo Suarez (UCR), pidieron no recibir el aumento, pero estas posturas parecen oportunistas. El sistema de módulos asegura que los incrementos sigan sin debate ni rendición de cuentas.

Este aumento es un síntoma de un sistema político que prioriza a la élite. La complicidad entre oficialismo y oposición, la opacidad y la falta de voluntad para revertir el incremento muestran una clase dirigente sin pudor. Es hora de exigir transparencia: eliminar el sistema de módulos y congelar las dietas hasta que el salario mínimo sea digno. La casta no tiene miedo, y mientras no haya consecuencias, los argentinos seguiremos pagando el precio.

La oposición, que critica el ajuste, también avaló el aumento, mostrando que oficialismo y oposición se unen para proteger sus privilegios.

*Figarillo.