La caída del gobierno francés liderado por el primer ministro François Bayrou el 8 de septiembre de 2025, tras una moción de censura en la Asamblea Nacional, marca un nuevo capítulo en la creciente inestabilidad política de Francia bajo la presidencia de Emmanuel Macron. Este evento, que representa la tercera caída de un gobierno en poco más de un año y la cuarta durante el segundo mandato de Macron, expone las profundas fracturas en el sistema político francés y plantea serias preguntas sobre la gobernabilidad del país en un contexto de crisis económica y polarización política.
El gobierno de Bayrou asumió el cargo en diciembre de 2024, tras la destitución de Michel Barnier, quien ostentó el récord del mandato más breve como primer ministro en la historia de Francia. Bayrou, un político centrista y líder del partido MoDem, fue designado por Macron con la esperanza de estabilizar un panorama político fragmentado tras las elecciones parlamentarias de julio de 2024, que no otorgaron una mayoría clara a ningún bloque político. Sin embargo, desde el inicio, Bayrou enfrentó un desafío casi insuperable: la falta de una mayoría parlamentaria sólida. Su coalición, compuesta principalmente por el partido de Macron, Renaissance, y aliados centristas, no logró sumar los votos necesarios para garantizar la estabilidad frente a una oposición dividida pero agresiva, liderada por la ultraderecha de Reagrupación Nacional (RN) y el bloque de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP).
La moción de censura que derrocó a Bayrou, la primera exitosa desde 1962, fue impulsada por una alianza inusual entre la ultraderecha y sectores de la izquierda, quienes se opusieron al ambicioso plan de recortes de gasto y aumentos de impuestos propuesto por el gobierno para abordar la crisis presupuestaria. Este plan, liderado por el ministro de Finanzas Éric Lombard, buscaba reducir el déficit público en un contexto de creciente deuda nacional, que ha sido exacerbada por las políticas fiscales de Macron desde 2017, incluyendo recortes fiscales para empresas y personas de alto patrimonio. Sin embargo, la propuesta fue vista como impopular y divisiva, alienando tanto a los sectores progresistas, que exigían medidas menos austeras, como a la ultraderecha, que capitalizó el descontento social para presionar por elecciones anticipadas.
El presidente, cuya popularidad ha disminuido significativamente desde su reelección en 2022, es visto como el principal responsable de la inestabilidad. Su decisión de disolver el parlamento en julio de 2024, tras una derrota en las elecciones europeas, fue un punto de inflexión que desencadenó el caos político actual. La percepción de Macron como un “presidente de los ricos” y su incapacidad para construir consensos han erosionado su liderazgo, dejando a sus primeros ministros expuestos a la hostilidad parlamentaria.
La caída del gobierno de Bayrou es un síntoma de una crisis más profunda en la política francesa, marcada por la polarización, el descontento económico y la erosión del proyecto macronista. La incapacidad de construir coaliciones estables en un sistema político fragmentado amenaza con sumir a Francia en un vacío institucional que podría tener repercusiones en toda Europa. La pregunta ahora es si Macron podrá encontrar una salida a esta crisis o si su presidencia está destinada a una lenta pero inexorable descomposición hasta 2027.
Ezequiel Vides Almonacid
Consultor en Comunicación Política