*Por Juan Pablo Durán
Mientras el Movistar Arena retumbaba con los acordes de “El Rock del Gato” interpretados por el mismísimo Javier Milei, a miles de kilómetros de distancia, en las oficinas del Tesoro de Estados Unidos, Luis Caputo jugaba una partida de alto riesgo. El ministro de Economía se reunía con Scott Bessent para negociar recursos que podrían ser el salvavidas de este gobierno en su hora más crítica.
Y aquí, en Buenos Aires, el presidente no elegía la sobriedad de un despacho para aguardar el curso de los acontecimientos. Optaba por el escenario, el público en éxtasis y un show que, aunque organizado semanas atrás, hoy adquiere un tinte casi profético. Nada es casual. Este recital, con presentación de un libro incluida, no es solo un capricho rockero de un líder que se cree estrella. Es un acto de resistencia para no caer en un agujero negro sin retorno que amenaza con engullir a La Libertad Avanza. Porque el escándalo de José Luis Espert explotó como una granada en el corazón del gobierno. Acusado de recibir 200 mil dólares de un empresario ligado al narcotráfico, a Espert no le quedó otra opción que renunciar a su candidatura. Renuncia que llegó tarde, por cierto, porque el daño ya estaba hecho.
En el Movistar Arena unos 15 mil fanáticos coreaban como en las PASO de 2023, cuando Milei alcanzó el 30% que hoy parece un techo infranqueable. Y ahí radica el quid de la cuestión: este show, con su mezcla de política y espectáculo, tiene un objetivo bien claro: reforzar el núcleo duro de ese 30% de convencidos que no se mueven con nada y que aplauden la motosierra aunque les rebane de cuajo el salario.
Pero hay otro punto más trascendente: consolidar la base para no sangrar más. Milei sabe que las encuestas no mienten. Ese 30% es un piso movedizo. Si sigue perdiendo votantes , la LLA se transformará en un cascarón vacío en 2027, incapaz de pelear la reelección.
¿Es Milei un disociado de la realidad? ¿Es un hombre que vive en su burbuja rockera, ajena al país que gobierna? ¿O es una estrategia fría, calculada para no perder más votos en este lento goteo que podría dejarlo seco?
El león no ruge al azar, sabe que su rugido mantiene al rebaño unido. Este show en el Arena es un mensaje a los suyos que se traduce de la siguiente manera: “Estamos vivos, estamos luchando, no nos rendimos”.
Mientras Caputo negocia un swap que podría inyectar oxígeno fresco, Milei distrae a los que quedan. Sin embargo, hay una pregunta que queda flotando: ¿Ese 30% de fieles es suficiente? Las elecciones de octubre no son un trámite, son un referéndum sobre el modelo político y económico. Si LLA no obtiene una buena performance el 26 de octubre, el sangrado se puede acelerar y los aliados del PRO podrían desertar, el FMI apretar más, y Trump mirar para otro lado. En 20 días las urnas lo dirán. Por ahora, el show debe continuar.
*Director periodístico






