*Por Juan Pablo Durán
En Crimen y Castigo de Fiódor Dostoyevski, Raskólnikov enfrenta el peso de sus decisiones, consumido por un crimen que lo lleva a su propio castigo. En las elecciones bonaerenses de este domingo, el gobierno de Javier Milei ha recibido un veredicto implacable en las urnas, una masacre electoral que refleja los “crímenes” políticos de una gestión que prometió libertad, pero entregó confrontación, improvisación y desvíos. La derrota de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia clave del país es el resultado de errores no corregidos que han erosionado la confianza de la sociedad.
El primer y más grave “crimen” fue delegar un poder desmesurado a Karina Milei, hermana del presidente y figura central en el armado político de LLA. Sin experiencia en gestión pública, Karina ha sido señalada por decisiones erráticas que debilitaron al gobierno. Los audios que involucran presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) empañaron su imagen y socavaron el discurso anticorrupción de Milei.
El segundo error de mayor importancia fue la decisión de plebiscitar innecesariamente la gestión en estas elecciones, un tiro en el pie auto infligido sin duda alguna. Milei transformó los comicios bonaerenses en un referendo sobre su liderazgo, a pesar de tratarse de una elección local. Esta estrategia arriesgada polarizó aún más el escenario y alienó a votantes que podrían haber apoyado a LLA en un contexto menos confrontativo. Al poner su imagen en el centro, Milei elevó las expectativas y expuso al gobierno a un castigo más severo, amplificando el impacto de la derrota.
Otro “crimen” fue traicionar los principios fundacionales de La Libertad Avanza. Milei prometió desmantelar la “casta” y combatir la corrupción, pero su gestión ha sido acusada de tolerarla. El escándalo de la criptomoneda $LIBRA, respaldada por Milei y luego señalada como fraudulenta, defraudó a miles de inversores y erosionó la confianza en su liderazgo. LLA, lejos de ser una fuerza renovadora, parece haberse acomodado a las prácticas que denunciaba, decepcionando a su base.
El ataque sistemático a la libertad de expresión ha sido otro delito imperdonable. Milei acumuló más de mil insultos contra periodistas, políticos y economistas desde que inició su gestión. Esta situación creó un clima de hostilidad que limitó el diálogo y alejó a quienes valoran el pluralismo.
Además, LLA se ha convertido en un imán para oportunistas de la vieja “casta” y ha impulsado políticas regresivas que golpearon a los más vulnerables. La incorporación de figuras cuestionadas del PRO y del peronismo diluyó la identidad del movimiento, mientras que el ajuste fiscal, aunque celebrado en lo macroeconómico, generó que más del 60 por ciento de los argentinos no pueda llegar a fin de mes.
Las medidas de ajuste, junto con la falta de empatía, han alejado a los ciudadanos que esperaban soluciones concretas.
La violencia verbal y el desprecio por quienes piensan diferente han sido una constante. Los insultos de Milei a figuras de la oposición y a propios aliados, reflejaron una retórica que no construye.
La derrota en Buenos Aires es un castigo claro de una sociedad harta de improvisación, soberbia y plebiscitos innecesarios. Milei aún tiene una oportunidad para corregir el rumbo: abandonar la confrontación, profesionalizar su equipo, recuperar la transparencia y priorizar a los más vulnerables. Como Raskólnikov, enfrenta un dilema: redimirse o hundirse en sus errores. Las elecciones de octubre serán el próximo capítulo y el tiempo apremia.
*Director periodísitico







Milei cayó a un precipicio sin retorno. Como se regresa de su discurso del odio? De acorralar a los sectores más vulnerables? Del desguace de las PYMES? Del endeudamiento con el FMI y la volatilización de esos dólares? No. Milei no tiene ni podrá tener redención