Por Ezequiel Vides Almonacid – Consultor en Comunicación Política

El resultado fue contundente: con más del 52% de los votos, Juan Pablo Valdés se consagró como nuevo gobernador de Corrientes, consolidando así la continuidad del oficialismo en la provincia. La magnitud del triunfo ratifica la fortaleza de la estructura gobernante, que logró sostener su caudal electoral en un contexto de desconfianza hacia la política y crecientes niveles de apatía ciudadana.

Sin embargo, la elección no estuvo exenta de polémicas. Sectores opositores denunciaron la utilización de una “campaña sucia” por parte del oficialismo, señalando prácticas de desprestigio y operaciones comunicacionales que habrían incidido en el clima electoral. Más allá de la contundencia de los números, este factor abre un debate sobre los límites de la estrategia política en tiempos de hiperconexión y circulación inmediata de información.

Lo cierto es que la victoria de Valdés consolida un modelo de poder provincial con fuerte capacidad territorial y un discurso de continuidad. Pero el interrogante hacia adelante es si esta legitimidad política alcanzará a compensar el desgaste que generan las denuncias y la percepción de un juego electoral marcado por la confrontación más que por el debate de ideas.

El 52% obtenido por Valdés es, sin dudas, un capital político importante. No obstante, en la comunicación política contemporánea no basta con ganar elecciones: el verdadero desafío será traducir ese apoyo en confianza sostenida, gestionando con transparencia y construyendo consensos en una sociedad que cada vez observa con mayor recelo a sus dirigentes.