El gobernador Osvaldo Jaldo ha dado un giro inesperado en su postura hacia el gobierno de Javier Milei, pasando de ser un aliado dialoguista a adoptar un tono crítico y de advertencia. Este cambio se hace evidente a pocas horas de la reunión que los 23 gobernadores de Argentina sostendrán hoy con el presidente en la Casa Rosada, convocada para abordar la crisis económica que golpea a las provincias. Jaldo, quien históricamente se alineó con Milei en temas clave como el veto a la ley universitaria y el Pacto de Mayo, ahora exige un diálogo más profundo y advierte que el mandatario nacional “no va a poder gobernar sin los gobernadores”, marcando un distanciamiento que refleja las tensiones crecientes entre el interior y el Ejecutivo libertario.
El viraje de Jaldo se cristalizó este fin de semana, tras los actos por el Día de la Bandera en Tucumán, donde el gobernador dejó claras sus preocupaciones. “O nos va bien a todos o nos va mal a todos. Que no se equivoque”, sentenció, señalando que la situación económica, con una caída en la coparticipación y el cierre de industrias locales como Scania y Topper, está dejando un “costo social muy importante”. Este mensaje, repetido en declaraciones a la prensa, contrasta con su rol inicial como uno de los primeros gobernadores en respaldar las leyes de Milei, como la Ley Bases, a cambio de beneficios para la citricultura y la industria azucarera tucumana.
La reunión de hoy, programada para hoy en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) antes de la audiencia con Milei, será un termómetro de esta nueva postura. Jaldo confirmó su asistencia, destacando que llevará “casos concretos” como el impacto de la liberación de importaciones en el textil tucumano, que no puede competir con productos más baratos. Este enfoque refleja una transición de su tradicional institucionalismo a una defensa más firme de los intereses provinciales, un cambio que otros mandatarios, como Gildo Insfrán y Axel Kicillof, ya venían impulsando.
El cambio de Jaldo no es aislado, sino un reflejo de las presiones que enfrentan las provincias ante las políticas de ajuste de Milei. Durante 2024, el gobernador tucumano se destacó por su pragmatismo, firmando acuerdos como el Pacto de Mayo y apoyando vetos legislativos, lo que le valió una invitación a cenar con Milei en Olivos. Sin embargo, la realidad económica, con una inflación proyectada del 18.3% y una devaluación que lleva el dólar a 1,138 ARS, ha erosionado esa alianza. La caída del 14% en la recaudación nacional, según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), y el cierre de empleos en Tucumán han obligado a Jaldo a recalibrar su estrategia, priorizando la gobernabilidad local sobre el respaldo nacional.
Este giro también responde a un cálculo político interno. Con las elecciones legislativas de 2025 en el horizonte, Jaldo busca consolidar su imagen como defensor de los tucumanos, distanciándose del desgaste de Milei. Su advertencia de que “solo no va a poder gobernar” resuena como un ultimátum, alineándose con el reclamo de otros gobernadores por mayor coparticipación y obras públicas. La reunión de hoy, que incluirá a figuras como Raúl Jalil y Gustavo Sáenz, será un escenario clave para medir si este cambio es un movimiento individual o el inicio de una coalición más amplia contra el libertarismo.
El cambio de Jaldo puede leerse como una maniobra pragmática más que ideológica. Si bien su discurso dialoguista lo mantuvo cerca de Milei, la crisis económica lo ha forzado a escuchar las demandas de su base, afectada por el ajuste. Sin embargo, su historial de negociaciones con la Casa Rosada sugiere que este distanciamiento podría ser táctico, buscando mejores condiciones en la mesa de negociación. La reunión de hoy pondrá a prueba si Milei cede o si esta tensión deriva en un enfrentamiento más profundo. Para Tucumán, el resultado definirá si Jaldo logra traducir su nueva postura en soluciones concretas o si queda como otro aliado desilusionado en la órbita libertaria.
Mientras tanto, la provincia espera con ansiedad. La reunión de gobernadores podría marcar un antes y un después en la relación con el gobierno nacional, con Jaldo como un actor inesperado en el centro del tablero político.